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La medicina se encuentra siempre en constante cambio, o esa debería de ser la idea. Cuestionarnos y observar el entorno nos permite dar una mejor atención a la salud de los pacientes, y el tema de lactancia materna no es la excepción.

Desde 1991 la OMS en conjunto con la UNICEF lanzaron la Iniciativa Hospital Amigo del Niño y la Niña, siguiendo la Declaración de Innocenti de 1990; esta iniciativa representa un esfuerzo mundial para implementar prácticas que protejan, promuevan y apoyen la lactancia materna. Actualmente conocemos el asombroso papel que desempeña en la salud tanto de la madre como del bebé; y durante las consultas perinatales esta iniciativa ha logrado buenos resultados y capacitación a las madres acerca de los beneficios, permitiendo incrementar el apego a la lactancia materna.

Por otra parte, estamos en una época que obliga a ver al ser humano como un individuo integral y no únicamente biológico, por lo que tiene total sentido preguntarse tanto por los beneficios como por los contras de la lactancia materna exclusiva.

Existe poca documentación y mucho menos investigación en relación a los factores estresantes de dar lactancia o leche materna; sin embargo, es algo que constantemente se ve en consulta o fuera de ella cuando se platica con alguna mujer que se encuentra en esta etapa. Esto secundario a sentimientos de cansancio, dolor físico e insatisfacción al no poder cumplir con el ideal de la lactancia; pues es más común que se hable de todo “lo bueno” y no de los procesos biológicos y sociales por los que pasan las mujeres después del parto. El resultado de no realizar una capacitación completa es un aumento de afecciones como la depresión postparto, misma que ha incrementado en los últimos años tras la pandemia por COVID-19.

Un grupo de profesionales de la salud en Estados Unidos, en contacto con la lactancia y alimentación en el recién nacido de manera personal y laboral, proponen a la lactancia materna como una práctica en la que las madres sean las primeras en “ponerse la máscara de oxígeno”, esto a través de cinco recomendaciones que contemplan un enfoque centrado en el binomio madre-bebé para la promoción de la lactancia materna en medicina:

  1. Durante las capacitaciones preventivas perinatales, incluir temas como sentimientos negativos, de frustración, ansiedad, depresión, desesperación, etcétera, al no poder cumplir con la lactancia como se desea. Estos pensamientos y sentimientos deben explorarse y normalizarse tanto a través de la investigación de salud pública como de la atención clínica; así como explorar estrategias para disminuir el estigma social existente asociado con la suplementación con fórmula o el cese del suministro de leche materna.
  2. Realizar investigación sobre el impacto total de promover la lactancia materna exclusiva, con una exploración más profunda de los posibles impactos negativos en las personas lactantes y sus bebés, utilizando un enfoque basado en la comunidad y centrado en la paciente en conjunto con el bebé; así como realizar estudios sobre la mejor manera de apoyar la salud mental materna, con el objetivo de contribuir a mejorar la exclusividad y el mantenimiento de la lactancia.
  3. Renovar y reforzar la capacitación del personal de salud que se encuentre en mayor contacto con estas pacientes (medicina familiar, pediatría y ginecobstetricia), mediante un mejor conocimiento y manejo de las posibles situaciones adversas al dar leche materna, como congestión, dolor, buena succión y temas de salud mental; por lo que la definición de “éxito” en la lactancia materna debe evaluarse y readaptarse a una salud integral del binomio madre-bebé.
  4. Explorar el uso de redes sociales y plataformas digitales en relación al impacto positivo y negativo sobre la exposición de las experiencias en lactancia y provisión de leche materna; ya que son medios actuales importantes para recopilación de datos y promoción de salud pública.
  5. Direccionar estos esfuerzos educativos y de investigación en lactancia materna y salud biológica y mental, hacia disminuir las brechas socioeconómicas, culturales y raciales, en lugar de ampliarlas.

En conclusión, la educación e intervenciones en materia de salud que únicamente tomen en cuenta la cara biológica de la moneda, son, en sí, incompletas e incluso perjudiciales. Además, cabe preguntarse cómo se podrían adaptar estas medidas en el contexto de México, pues los factores socioeconómicos y las diferencias culturales son distintas. De cualquier manera, poner el foco y las preguntas en estos temas, da pie a implementar medidas más adecuadas y completas, ya sea de manera particular en tu consultorio según la población que atiendas, o a una mayor escala.

La educación e intervenciones en materia de salud deben ser biopsicosociales y culturales

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